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El despacho del presidente

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Altia iba a salir al Mercado Alternativo Bursátil y tenían que contarlo. Querían decir a sus posibles inversores y a la prensa económica que ese paso, para ellos, significaba compartir su empresa con los futuros accionistas.

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Dicho y hecho, esa fue la propuesta. Hablaban del mobiliario y los objetos reales de la oficina del presidente. El teléfono, las sillas, la grapadora, los bolígrafos, etc. Lo que implicaba que todos los objetos se enviarían a más de 60 personas que debían conocer la salida al Mercado de Altia.

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El envío gustó tanto que muchas personas que no habían recibido nada del despacho del presidente también pidieron algo. Y como no había dos teléfonos ni dos lámparas, tuvieron que hacer una extensión de la campaña en la que, como excepción, los artículos no eran reales.

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Por cierto, el despacho del presidente no se quedó pelado. Volvieron a comprar el mismo modelo de teléfono que tenía antes, el mismo lapicero, las mismas sillas y todo lo que pudiese haber en ese lugar.

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